Aunque por supuesto, cuando ya la has hecho tuya, cuando empiezas a sentirte un londinense más en Oxford Street, cuando ya no te pierdes en el Underground, o cuando te atreves a cruzar Hyde Park de noche, es cuando sientes la necesidad de compartirla, de mostrarla a los demás, de hacer que alguien vea a través de sus ojos lo que tu ya sientes por esa ciudad. Me siento a gusto cuando miro hacia arriba y veo el Big Ben, enorme y colosal, casi incapaz de encuadrarlo en el objetivo de mi cámara digital, cuando paseo a orillas del Támesis, mientras el London Eye gira y gira sin descanso o cuando escucho el ruido de mis pisadas en los adoquines húmedos de una calle vacía, mientras busco un número en la fachada que identifique el lugar donde caerme rendido.
Y es por eso, porque me siento a gusto, que siempre he dicho que hay algo en Londres que me pertenece, que me une a ella, que la convierte en mi segundo hogar, uno de los pocos lugares por los que dejaría mi tierra, el sitio que me vio nacer, para comenzar una nueva vida sin temor a que algo saliera mal, porque, en el fondo, me sentiría como en casa...
1 comment:
Quería decir que comparto las reflexiones de Rod, yo también me enamoré ya hace tiempo de Londres, y la echo de menos cuando llevo unos meses sin visitarla. Leer esto me hecho sentir nostalgia...
Londres es una ciudad que nada tiene que ver con la imagen gris y triste con la que típicamente se la describe. Esa mezcla de modernidad y diversidad con la elegancia y el saber estar británico hacen de Londres una ciudad única.
Puedo esconderme en tu maleta? ;-)
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