Wednesday, October 24, 2007

Guardiola vuelve a vencer (post by request I)

Pep Guardiola ha vuelto a ganar la partida. Esta vez no ha sido en los terrenos de juego, donde tanto nos hizo disfrutar con su fútbol de fantasía y su capacidad de liderazgo, sino fuera de ellos, ante la justicia, la que se le negó durante tanto tiempo y que finalmente ha tenido que ponerse de su parte.

Era demencial pensar que alguien que lo había ganado todo (la champions, campeonatos de liga, copas, recopas, el oro olímpico) y que ya estaba de vuelta de todo en el mundo del fútbol, iba a perder el tiempo iendo a Italia para poner en riesgo su prestigio, dopándose para jugar un partido con el Brescia. Personalmente, jamás lo creí, porque conocemos demasiado bien a Pep. Conocemos al Guardiola jugador, al capitán, pero también a la persona, al que era cuando se vestía de calle. Siempre ha sido un hombre de principios y a nadie con dos dedos de frente le cabía en la cabeza que semejante acusación fuese fundamentada.

Sin embargo, se le sancionó. Le condenaron a 7 meses de cárcel y a pagar 50.000€ de multa. Los recursos interpuestos no han llegado a resolverse hasta seis años después. De hecho, los supuestos delitos ya habían prescrito, pero Guardiola prefirió seguir adelante en la lucha por demostrar su inocencia. Finalmente, lo ha conseguido: el Tribunal de Apelación de Brescia le ha dado la razón y la sentencia afirma que la acusación que pesaba sobre él no tenía una base sólida.

Quizás no sea como levantar la Copa de Europa en Wembley o meterle una manita al Madrid, pero seguro que este triunfo le sabe a gloria al entrenador del Barça B, que ve como su nombre y su reputación como el gran futbolista que fue, son restituidos.

Enhorabona, Pep!!

PD: este post existe gracias a la acertada sugerencia de una lectora que nos visita desde Monterrey (México)

Tuesday, October 23, 2007

Carta abierta a Ron Dennis

Querido Ron:

Haciendo honor a tu apellido, supongo que más de una botella habrá caído estos días por casa, después de la cara de tonto que se te quedó al final del GP de Brasil. Entiendo que trates de abstraerte de la realidad que te rodea, de este mundo cruel que te ha devuelto de una sola patada en el culo todas las coces que llevas soltando los últimos siete meses. Sin embargo, lamento decirte que la botella, por atractiva que parezca, no es la solución, porque el enemigo no es el mundo, Ron; el enemigo eres tú.

No sé si una situación semejante se habría dado antes, pero la verdad es que no me importa, porque recuerda: "mal de muchos, consuelo de tontos". Liderar un mundial desde el principio hasta la última carrera, tener a tus dos pilotos a la cabeza de la clasificación, no tener rival en el mundial de constructores y, al final, quedarte sin nada, no es fruto de la mala suerte, sino de la incompetencia.

Ese ha sido tu gran enemigo, Ron: tu incompetencia. No has sabido jugar tus cartas, a pesar de que, probablemente, tenías las mejores. Has malgastado el talento de un campeón, teniéndolo a tus órdenes, luchando para que no venciera. Has endiosado a un joven piloto, haciéndole sufrir una derrota que probablemente marcará su carrera en los próximos años. Has hecho perder a los que te pagan cientos de millones, primero espiando a Ferrari y tirando por la borda el mundial de constructores y, finalmente, dejando escapar el título.


Aún así, no reconoces tu derrota y sigues tratando de ganar en los despachos lo que no has sabido ganar en los circuitos. Sólo tu soberbia puede rivalizar con tu incompetencia. Abre los ojos: ¿no ves que ya no quedan grúas? Nadie va a venir a sacarte de esta. Trataste de terminar con lo poco que quedaba de deportividad en un deporte que cada vez es menos deporte y más negocio y, por casualidades de la vida, el destino nos deparó uno de esos momentos de romanticismo en los que se hace justicia.

Has perdido, Ron. Lo mejor que podrías hacer es reconocerlo, pedir disculpas y marcharte. No lo hagas por nosotros (no nos importa), hazlo por ti, por tu dignidad, si es que te queda algo de eso. Si no, siempre puedes seguir bebiendo...

Sunday, October 21, 2007

Ara Maragall

A pesar de haber vivido en L'Hospitalet toda mi vida, siempre me he sentido barceloní y, como cualquiera que se precie, he querido y quiero a mi ciudad. Ese cariño incondicional a un lugar, con sus luces y sus sombras, me hace valorar el trabajo de aquellos que se dedican, de manera sincera, a dar lo mejor por ella. Y desde hace mucho tiempo, entre éstos, se cuenta a Pasqual Maragall.

La memoria de un niño es compleja y ver a aquel señor de bigote dando saltos, todo vestido de negro, celebrando que Barcelona iba a ser sede de los Juegos Olímpicos de 1992, fue algo que quedó grabado en mi retina. Ahí empieza una extraña relación de afecto y admiración por el político, pero también por el hombre.

Maragall es uno de esos raros especímenes que no dejan indiferente a nadie, que dicen siempre lo que piensan y a veces incluso sin pensarlo demasiado. Un día se marchó a Roma, nos dejo huérfanos de alcalde, con un Joan Clos que, a pesar de muchos y en mi opinión, nunca estuvo a su altura. Pasaron los años y, sin haberle olvidado aún, Pasqual volvió. Y volvió para hacer lo que nunca nadie había conseguido: desbancar a Convergència del Govern y convertirse en President. Lo logró. Pasqual es una persona tenaz, tozudo seguramente, por no decir un tanto cabezota, que también. Demos gracias por esa tozudez, porque de ella nos hemos beneficiado muchos.


Su época de gobierno no fue fácil. Muchos factores se conjugaron en su contra: la dificultad de sostener un gobierno de coalición, el ataque frontal de una derecha española que empezaba a temer por el futuro de su poder, el reto de sacar adelante un nuevo Estatut, y todo ello aderezado con la singular idiosincrasia de Pasqual, enfant terrible de la política catalana, políticamente incorrectísimo y siempre persona antes que President.

Al final, Pasqual se fue, dejando su trabajo hecho, con sus objetivos cumplidos. Como él mismo había dicho tiempo atrás, lo que realmente quería ser era ex-President. Sin embargo, a pesar de haberse ido, nunca lo hizo del todo: era noticia cuando hablaba de Zapatero o cuando se daba de baja del PSC, pero se mantenía en segunda línea, consciente del lugar que corresponde a los que han ostentado el poder y deben dejar que las cosas fluyan también sin ellos.

Ayer, Pasqual reapareció y lo hizo sin complejos, con rotundidad: "lo cierto es que hace unos meses me diagnosticaron un principio de la enfermedad de Alzheimer". Habló con franqueza, explicó que afrontaba el reto "con optimismo", e incluso se permitió bromear sobre el nombre de la dolencia: "algunos la llaman Eisenhower".

Él no es más que uno de tantos afectados, es cierto, pero por su dimensión pública y su influencia política, puede ayudar a superar muchas barreras en la lucha contra el Alzhéimer. Por eso es importante su coraje, por eso es importante que lo haga público, para que la sociedad tome conciencia de que todos, absolutamente todos, los Presidentes también, estamos en el grupo de riesgo. No entiendo las críticas, no entiendo que se critique que fuera a Boston a tratarse. Pudiendo hacerlo, ¿quien no lo habría hecho? Lo importante es que ahora está aquí y quiere hacer de Catalunya una referencia internacional de la lucha contra el Alzheimer. Una vez más, todos nos vamos a beneficiar de su coraje y su ambición.

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Puede sonar utópico, pero quiere vencer al Alzhéimer y, a mí, en ese sueño, como en aquel en que soñó una Barcelona nueva, me va a tener a su lado, apoyándole, porque se lo merece, perquè t'estimem, Pasqual!

Thursday, October 11, 2007

Mariano I de España

Mariano es gallego. Sólo un gallego puede pasar un día por el programa de Concha García Campoy, hacer amigos, y después irse al programa de Federico Jiménez Losantos y quedarse tan ancho. No sabes si va o viene, si sube o si baja y, sobretodo, no sabes donde pretende llevarnos. Y digo pretende porque de momento no es nadie para poder arrastrarnos; arrastrará, en todo caso, a los suyos, a quienes le rodeen o a quienes le voten, si se dejan, pero no puede arrastrarnos a todos porque por ahora no es nadie, no es el Presidente del Gobierno y no es el Jefe del Estado.

Y si no es una cosa, ni es la otra, ¿que diantres significa la imagen de aquí abajo?

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La escena es propia de El Guiñol de Canal+, a la altura de aquellas en que Aznar era Charles Chaplin y hacía malabares con el globo terráqueo, a lo Gran Dictador, o Felipe González se calzaba el bigotito de Mario Moreno y paseaba su carisma internacional a diestro y siniestro. No son más que los delirios de grandeza de un político, llevados esta vez, no a la sana ficción del humor, sino a la penosa realidad de un discurso pseudo-institucional.

Llegados a este punto, podríamos zanjar la cuestión diciendo "pobrecito, si le hace ilusión...", pero no: no podemos. Porque a parte de dar lastima, que la da, esto genera preocupación. Porque este no es un país normal y dentro de su normal anormalidad, estamos en un momento especialmente tonto. Mientras unos símbolos sirven de arma arrojadiza, otros se cuestionan (o se queman) y otros se utilizan para ofender o menospreciar al adversario. Cuando esto ocurre, los políticos pueden hacer dos cosas: poner sentido común al asunto y hacernos ver que las banderas no nos dan de comer, o bien echar gasolina al fuego y encender aún más los ánimos.

Esta última opción es la elegida por Mariano Rajoy, no en interés de su país, sino en el suyo propio, en su huída hacia adelante tratando de no estamparse con el muro de las generales que se avecinan. Se sabe acabado si no destierra a ZP de la Moncloa en marzo de 2008 y por eso recurre a algo tan extremo como disfrazarse de jefe de estado en situación de crisis y llamar a los españoles a que manifiesten su orgullo de serlo. No soy amigo de las manifestaciones de orgullo (de ninguna); creo que la normalidad de ser lo que se es, implica la discreción de serlo sin tener que recordarlo a cada paso, más todavía en un país como éste, donde algunos tienen maneras tan peculiares de manifestar sus orgullos...

¿orgullosos de qué?

Wednesday, October 10, 2007

I'm sorry, I took my time...

El tiempo se me escurre entre los dedos (tempus fugit, que decían los romanos) y sin apenas darnos cuenta, han pasado cinco meses, largos para unos, fugaces para otros, pero cinco al fin y al cabo, y yo sin escribir un triste post.

Sin embargo, no tiene uno que arrepentirse por cerrar la boca cuando no tiene nada que decir, o bien cuando aquello que tiene que decir no aportará gran cosa a quien le tenga que escuchar (voluntariamente o bajo coacción).

Me he tomado mi tiempo (de ahí el título de este post de regreso, un guiño a algunos que seguro se darán por aludidos) y sin planteármelo siquiera me veo hablando de algo muy actual: la esclavitud de las palabras. Una de mis citas favoritas es aquella que reza "cada uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". Por eso es mejor callar cuando uno no sabe del todo qué decir (como ha sido mi caso últimamente) y, sobretodo, es mejor callar cuando aquelo que vas a decir puede hipotecar tu futuro.

Y todo esto va por los profetas del desastre, que nos vuelven a acechar una vez más, por aquellos que cohartan nuestra libertad y por los que creen (que equivocados estáis) que con su demagogia y su falta de escrúpulos podrán llegar a alguna parte...

Preparáos, porque he comprado huevos y me salen unas tortillas...

How To Save A Life
By The Fray
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