Thursday, January 11, 2007

Chino gratis para todos!!

Cada noche, cuando salgo del trabajo, cojo el ferrocarril para volver a casa. A esas horas el cansancio va haciendo mella y los reflejos de uno se relajan, lo que da pie a ciertas situaciones que no se darían si me hayara en plenas facultades.

Sin ir más lejos, anoche, viví uno de esos capítulos en que la falta de atención te pasa factura. Iba yo todo tranquilo, saco mi flamante T-Mes, la paso por el torno, las lucecitas verdes me indican que circule y... en ese momento, me percato de que alguien está cerca, noto una presencia. Me giro distraído y ocurre: siete chinitos aprovechan la ocasión y se escabullen entre las puertas que yo he abierto con mi puta tarjeta de 42'75€. El hecho en sí no es lo peor. Lo peor es el mosqueo que me entra luego y que me empuja a actitudes irracionales como por ejemplo escribir este post.

Y es aquí cuando yo hago una reflexión. Mi actuación normal y lógica si me hubiera dado cuenta de que un señor ya entradito en años, nacido en algún lugar a medio camino entre Hainan y Guiyang, intenta que le subvencione el transporte público, hubiese sido pararme en seco, dejarle atrapado entre las puertas, girarme y, amablemente, exigirle el pago del 50% de mi título de transporte (21'375€). Dado que hablamos de siete chinitos, la cosa hubiera quedado: 42.75€ dividido entre 7 = 6'107€ per cápita. Mil pesetitas de las de antes, vamos, para redondear el asunto.

Que quede claro que a mi no me molesta que estos señores viajen gratis. Al contrario, me gustaría que todos, empezando por mí mismo, pudiéramos hacerlo. Pero eso no es factible, y como no lo es, me toca los huevos tener que correr yo con el gasto de esta gente. Porque no nos engañemos: cuando en un centro comercial alguien roba algo, esa pérdida está calculada en el presupuesto. Del mismo modo, cuando alguien entra sin pagar al metro, al tren, o al ferrocarril, ese no-ingreso del importe del billete está previsto y lo pagamos los tontos que nos dedicamos a cumplir las normas.

Ante este problema tenemos dos opciones. La primera es bastante utópica: conseguir que todo el mundo se comporte y pague su billete. Seguramente conseguiríamos un milagro: que algo en este país bajara su precio, aunque fuera la tarjeta de metro. Pero si somos realistas, debemos ir a la segunda opción: hay que negociar. La próxima vez que el ejército de los rollitos de primavera y el cerdo agridulce intente de nuevo aprovecharse de mi ya de por sí diezmada cuenta corriente, trataré de hacerles ver la necesidad de alcanzar un pacto que satisfaga el interés mutuo. Estoy dispuesto a colaborar con sus ilegalidades a cambio de un carnet VIP que me permita ponerme como un cerdo comiendo aloz flito y pan chino siempre que quiera en su restaurante. No tardaría en amortizar el gasto y tampoco creo que les importe que haya una persona más comiéndose las sobras, ¿no?

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By The Fray
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