Thursday, October 11, 2007

Mariano I de España

Mariano es gallego. Sólo un gallego puede pasar un día por el programa de Concha García Campoy, hacer amigos, y después irse al programa de Federico Jiménez Losantos y quedarse tan ancho. No sabes si va o viene, si sube o si baja y, sobretodo, no sabes donde pretende llevarnos. Y digo pretende porque de momento no es nadie para poder arrastrarnos; arrastrará, en todo caso, a los suyos, a quienes le rodeen o a quienes le voten, si se dejan, pero no puede arrastrarnos a todos porque por ahora no es nadie, no es el Presidente del Gobierno y no es el Jefe del Estado.

Y si no es una cosa, ni es la otra, ¿que diantres significa la imagen de aquí abajo?

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La escena es propia de El Guiñol de Canal+, a la altura de aquellas en que Aznar era Charles Chaplin y hacía malabares con el globo terráqueo, a lo Gran Dictador, o Felipe González se calzaba el bigotito de Mario Moreno y paseaba su carisma internacional a diestro y siniestro. No son más que los delirios de grandeza de un político, llevados esta vez, no a la sana ficción del humor, sino a la penosa realidad de un discurso pseudo-institucional.

Llegados a este punto, podríamos zanjar la cuestión diciendo "pobrecito, si le hace ilusión...", pero no: no podemos. Porque a parte de dar lastima, que la da, esto genera preocupación. Porque este no es un país normal y dentro de su normal anormalidad, estamos en un momento especialmente tonto. Mientras unos símbolos sirven de arma arrojadiza, otros se cuestionan (o se queman) y otros se utilizan para ofender o menospreciar al adversario. Cuando esto ocurre, los políticos pueden hacer dos cosas: poner sentido común al asunto y hacernos ver que las banderas no nos dan de comer, o bien echar gasolina al fuego y encender aún más los ánimos.

Esta última opción es la elegida por Mariano Rajoy, no en interés de su país, sino en el suyo propio, en su huída hacia adelante tratando de no estamparse con el muro de las generales que se avecinan. Se sabe acabado si no destierra a ZP de la Moncloa en marzo de 2008 y por eso recurre a algo tan extremo como disfrazarse de jefe de estado en situación de crisis y llamar a los españoles a que manifiesten su orgullo de serlo. No soy amigo de las manifestaciones de orgullo (de ninguna); creo que la normalidad de ser lo que se es, implica la discreción de serlo sin tener que recordarlo a cada paso, más todavía en un país como éste, donde algunos tienen maneras tan peculiares de manifestar sus orgullos...

¿orgullosos de qué?

2 comments:

Anonymous said...

Certament el panorama és molt complicat. Ens trobem a les portes d'un 12-O bastant més escalfat que els últims anys (i ja és dir)només faltava aquest home fent el yutubero... com diria un dels Take That, que es busqui un hobby!

Per què? De veritat ens mereixem aquesta classe política? Si és així fem les maletes destí a un lloc on els polítics siguin més civilitzats (evidentment els Estados Juntitos Yankis no serien un destí adequat)

Demà ja veurem com va la cosa, una servidora es quedarà a casa recordant que no té res a celebrar... sense orgull i amb la vergonya aliena que es commemmori un genocidi...

Enfin nene, I miss you!!

petons!!

Una said...

De acuerdo totalmente contigo,yo también lo veo así .
Por desgracia las masas se mueven al son del griterío más extraño.
Aún no se me ha quitado la indignación que me produjo ver que en las últimas elecciones seguían votándoles. Es un país,en gran parte,de las derechas más recalcitrantes.Y los que abusaron tanto en la última época de
Felipe González no se lo ponen fácil a los partidos de izquierdas.


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