Saturday, February 10, 2007

El antro (Londres II)

Es el momento de hablar del lugar donde nos hemos alojado estos días en Londres. No es el "Degenerator", pero sigue su estela de perdición, desde luego. El lugar se llama "St Christopher's Village" y está situado cerca de la estación de London Bridge, en el sur de la ciudad. Al llegar, todo parece normal. Incluso te atienden de manera agradable en la recepción, mientras justo al lado, en el bar, los hooligans emiten ininterrumpidos alaridos de placer ante el partido de rugby o football de turno.

Ya provistos de nuestras tarjetas de acceso, entramos en la zona reservada para habitantes del lugar y atravesamos una serie de puertas colocadas de manera estratégica para que los extranjeros se pierdan. Finalmente, encontramos las escaleras de acceso a las habitaciones y, tras subir dos plantas a pie (no esperemos ascensores en un lugar así), entramos en el pasillo donde se encuentran las habitaciones de la 10 a la 21. Los números están pintados en la puerta rollo llar d'infants, grandes y con acuarelas, y nuestra habitación está pasada otra puerta contra incendios. Empiezan los chistes: el cubículo es más pequeño que los pisos de protección oficial de la ministra de vivienda. El espacio justo para una cama y una silla. La tele tiene antenda de ferretero y la ventana da a una azotea donde se encuentra el motor del aire acondicionado. Hace un frio de cojones. La habitación es pequeña, pero la otra opción hubiese sido pasar a formar parte de los habitantes de una de las conocidas como "habitaciones patera" (ver foto), lo que te garantiza no poder pegar ni ojo en toda la noche.

La noche es difícil. Cuando los zumbidos del aire acondicionado cesan, nuestros vecinos empiezan a golpear las puertas, y todo ello aderezado con un colchón de muelles tamaño industrial que se te incrustan en las costillas. Vamos, lo necesario para un oportuno descanso después de 10 horas pateando Londres.

Así que uno se levanta con dolor de espalda, esperando que un buen English breakfast le alivie un poco las penas, pero no. Lo que encuentro cuando llego al bar no es demasiado esperanzador, más bien descorazonador: agua, Tang de naranja, polvo de café (?¿) y, eso sí, mucho pan Bimbo. O sea que mi alimentación se basa en comer tostadas de cuatro en cuatro. El café es asqueroso (admito que probablemente soy yo, que no sé cómo prepararlo) y el té es pasable, pero no acaba de ser lo mio (si no es negro, a granel y con leche).

Otros lugares dignos de mención del hostal son la sala "Chill Out", con un radiador estropeado, de maner que mejor llévate la bufanda, la sauna y el jacuzzi de la azotea (con agua de un tono extrañamente ocre) y la barra a modo de cyber de recepción (50 peniques, 10 minutos). Vamos, lo que puedes esperar en Londres por 36€ la noche (más o menos).


PD: llevaos la toalla de casa, porque no ponen toallas en las habitaciones y os puede pasar como a mí, que me tuve que comprar una de playa por 5 libras. Eso sí, en las duchas hay jabón (?¿).

1 comment:

lady ? said...

¿por qué los dueños de todos los bed&breakfast ingleses creen que pueden substituir el orange juice por Tang de naranja sin que nos demos cuenta?


How To Save A Life
By The Fray
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