

De entre los candidatos demócratas, a pesar de ser la mejor colocada a priori (cuenta con un asesor de lujo, su marido), para mi Hillary Clinton no es la favorita. Cierto es que su popularidad como senadora por Nueva York parece intocable y que, a pesar de despertar también resquemores en la misma medida, eso no hace sino aumentar su carisma: a nadie le resulta indiferentel. Y si no es mi favorita es por la aparición en escena de Barack Obama. Obama rompe los esquemas presentándose con fuerza como candidato en una carrera que debería suponerse un camino de rosas para la esposa del ex-presidente Clinton. Nada a decir sobre el hecho de que un negro ocupase la Casa Blanca. Esto puede tomarse por el lado bueno, como un síntoma de normalidad, o por el malo, como una campaña populista que pretenda recrear el gran sueño americano, presentando a una mujer, un senador de color y un hispano como candidatos a la Presidencia, aunque espero que no se trate de eso...
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