Debo admitir que el pasado viernes alumbró en mí una pequeña esperanza entorno al futuro de nuestro país, cuando, a media tarde, recibí un mensaje en el troncomóvil, dándome cuenta de que ya podía pasar a recoger mi teléfono, que había sido reparado. El viernes era día 26 y la reparación estaba prevista para el día 4, lo que situaba mis expectativas más o menos a mediados de mayo.
!Tranquilos! Falsa alarma: seguimos viviendo en un país de tarugos. Después de pretender que firmara el resguardo de la reparación antes siquiera de comprobar si mi móvil estaba en la tienda, después de tratar en vano de encender el teléfono (en vano porque, obviamente, en un servcio técnico no es posible cargar una batería), y después de llegar a mi casa y conectarlo a la corriente, he podido comprobar aliviado que la cámara de fotos no funciona y que mi agenda de teléfonos, los datos asociados, las fotos, los videos, las melodías y todos los SMS de la memoria del teléfono han sido borrados con éxito y con la lógica falta de consentimiento por mi parte, que soy el dueño del aparato.
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