Thursday, April 13, 2006

Te amo, no me llames

Es feo de decir, ¿no? Supongo que por eso es algo que nunca se dice, pero que todo el mundo piensa: ¿por qué cuando quieres a alguien no debes llamarle bajo ningún concepto? Desde luego puedes hacerlo, pero el consejo que te darán siempre será el contrario. Y esta peculiar conclusión se basa en un argumento no menos curioso: si prestas a atención a alguien, lo normal es que esta persona deje de interesarse por ti.

Siguiendo esta línea argumental, llegaríamos a plantearnos que la auténtica base de una relación estable es ni más ni menos que la indiferencia: "mira, me resbala tanto lo que le pase, que he decidido pedirle matrimonio". Si lo pensamos detenidamente, no resulta tan grotesco. ¿Qué mejor relación que aquella en la que no tienes que preocuparte por nada ni por nadie? Así pues, ignorémonos todos: !seguro que seremos más felices!

Por favor, seamos realistas: no negaré que, en general, a todos nos atrae lo difícil, lo aparentemente inaccesible, aquello que nos parece vedado o más allá de nuestras posibilidades (es algo que todos llevamos escrito en nuestro porcentaje estúpido de ADN). Sin embargo, si verdaderamente en una relacíon, incipiente o no, ambas partes comienzan una especie de guerra fría por ver quien es capaz de practicar mayor ignorancia, se entra irremediablemente en una espiral absurda en la que los sujetos se alejan progresivamente el uno de otro hasta decidir unilateralmente que lo más digno para cada uno de ellos es reafirmar su orgullo condenándose de nuevo a la soledad, porque yo lo valgo.

Yo conozco gente con pareja, incluso gente que lleva bastante tiempo. Huelga decir que no es mi caso, pero existen, yo los he visto y no creo que me estén engañando (almenos no todos ellos). Así pues, es de suponer que en algún momento esa teoría falla, esas reglas se rompen, y hay alguien que muestra sus sentimientos y, sorprendentemente, no es rechazado. Ahora bien, llegamos al quid de la cuestión: ¿quién se baja los pantalones? Estadísticamente, se supone que si una pareja la forman dos personas, hay un 50% de posibilidades de que para que la cosa salga bien, te los tengas que bajar tú. La estadística no es lo mío, porque la práctica me dice que debe haber alguien por ahí que no se los ha bajado nunca...

PD: Ante el interés que este tema parece despertar, aquí os dejo una reseña del libro titulado, al igual que este post, "Te amo, no me llames", de Joan Brady: una historia sobre como algunas veces podemos condenarnos a la dependencia ajena y atarnos a relaciones que en realidad no nos dan aquello que necesitamos, aunque creamos saber perfectamente qué es lo que nos conviene. En esa misma línea, y para poder evitar dependencias malsanas, os recomiendo "El camino de la autodependencia", de Jorge Bucay.

2 comments:

Anonymous said...

mal tema cuando un 50% considera que lo que hace es bajarse los pantalones ;)

blog a favoritos directamente!

Anonymous said...

Casualmente, yo soy otra integrante del 50% que siempre se "baja los pantalones", dicho más finamente...que siempre muestra sus sentimientos.
En mi actual relación, el otro 50% debe quererme muchísimo porque apenas me llama. Por eso, guiada por los consejos de amigos y un par de libros de autoayuda, hoy inicio mi campaña de no llamarle yo tampoco....no sé lo que aguantaré. Intentaré volver por aquí para comentar la evolución de mi prueba empírica.

Un saludo afectuoso a todos


How To Save A Life
By The Fray
BestAudioCodes.com