Interesante el debate que he visto esta mañana en televisión: dos personas efrentaban argumentos en torno a si era oportuno o no abrir los bancos y las cajas de ahorro por las tardes, más allá del tradicional jueves.
Por instinto, mi respuesta es rotundamente sí. En un tiempo en que los horarios de comercio y servicios se han adaptado al ritmo de nuestra vida social, no veo normal que este tipo de establecimientos, de los que la práctica totalidad de nosotros somos clientes, nos obliguen a tener que hacer nuestras gestiones por las mañanas, cuando muchos trabajamos, o bien un jueves por la tarde.
A esto se puede replicar, y de hecho así ha sido, que a la hora de la verdad no necesitamos la atención directa de un empleado de banca más que un par de veces al año (?¿?¿). La explicación es sencilla: cuando sacamos dinero, lo hacemos del cajero; cuando ingresamos, ya nos han enseñado a hacerlo también a través del cajero; las actualizaciones de libreta se hacen en el cajero; las transferencias bancarias se pueden hacer por internet; y así un largo etcétera. Entonces, verdaderamente, no necesitamos ni siquiera que abran por las mañanas. Nos bastaría con un par de mañanas a la semana, un par de horas, como cuando vas a pagar el recibo del gas, de 9.00 a 11.00.
Lo siento, pero no. Todas esas operaciones las puede hacer uno mismo, pero uno mismo también tiene el derecho, como cliente, a que sean los empleados de la entidad bancaria quienes las hagan por ellos. Porque para eso pagamos comisiones de mantenimiento (y de veinte cosas más), para que nos mantengan la cuenta. Si lo hago todo yo, yo me mantengo mi propia cuenta corriente y no debería pagar un solo céntimo por poner mi dinero a disposición de las inversiones que tantos millomes de euros de beneficio producen cada año.
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