Monday, April 17, 2006

CSI

Acaba de terminar el capítulo de hoy de CSI (el original, el de Las Vegas) y estoy consternado: el personaje cafre sin más objetivo en la vida que putear a Grissom ha decretado la separación de su equipo. Esto es fatal, obviamente, y esperamos que en un futuro no muy lejano todo vuelva a su sitio y alguien le meta algún objeto voluminoso por el recto a ese señor cuyo nombre no recuerdo y tampoco voy a molestarme en buscar en google. A parte de esto, el giro argumental demuestra la solidez del guión de la serie original de CSI, de la que me declaro fan absoluto.

Lo que no entiendo tanto es el fenómeno en virtud del cual comienzan a aparecer franquicias, como si se tratara de una cadena de restaurantes de comida rápida. Primero CSI Miami y más tarde CSI Nueva York. Tengo una debilidad por Manhattan que no puedo ocultar, por eso soy capaz de tragarme algún episodio de esta última versión (aunque creo que Gary Sinise ha firmado su defunción hollywoodienca, o almenos no volverá a hacer nada bueno, ¿dónde quedan las tardes al sol en aquel barco, pescando gambas con Forrest Gump?). En cuanto a CSI Miami, lo siento pero no acabo de creérmelo. He visto bastantes capítulos, pero a mi el señor Panocha (Horatio? qué nombre es ese para un señor de Miami?) ya me daba miedo cuando hacía Policías de Nueva York, serie que me provocaba aburrimiento y profundo hastío sólo con ver que la anunciaban. ¿No podían rodar alguna escena en un sitio con un poco más de luz? Siempre era de noche. Eso sí, en Miami siempre es de día, siempre hace sol, y Horatio siempre lleva gafas. Irremisiblemente, cada capítulo comienza con la presentación del argumento principal del mismo, y la aparición estelar de Horatio poniéndose o sacándose sus gafas de sol. ¿serán graduadas? ¿las necesitará de verdad? ¿por qué alguien no le gasta una broma un día y se las esconde? ¿se volvería paranoico o algo por el estilo? El capítulo de hoy comienza de manera si más no, curiosa: un barco (no hablamos del Titanic, sino de algo más pequeño) choca contra un pilar de un puente y lo parte en dos. No soy arquitecto, pero es esto factible? o es un poco rollo aquel helicóptero que salía en uno de los primeros capítulos de El Comisario y que todos veíamos que era de juguete? ¿Nos la quieren dar con queso? Creo que voy a poner la primera a ver si ha acabado Mira quién Baila y comienza 59 segundos, porque esta situación es insostenible.

Por favor! Vean ustedes CSI Las Vegas: ni punto de comparación!

Friday, April 14, 2006

la semana santa

hoy es viernes santo. confieso que dios (o Dios) sabe cuánto tiempo hace que no me confieso, no recuerdo la última vez que fui a una iglesia, supongo que la última vez que me tragué una misa fue en algún entierro, y mi recuerdo más bonito de la primera comunión es el maletín de magia del Màgic Andreu. eso sí: hoy en mi casa no se come carne, todos a pescado. bacalao, sardinas, da igual. productos lácteos, pero carne ni probarla. jamón tampoco, que viene del cerdo y es pecado. tiendo a pensar que esto de la semana santa es un poco como pasar la ITV. da igual si durante el resto del año te comportas como un hijo de puta, el viernes santo comes pescado y todo arreglado. dónde se mete toda esa gente que sale a la calle en las procesiones los domingos por la mañana? porque en misa no están. si estuvieran en misa, la Iglesia no se asustaría tanto cuando el gobierno insinua retirar la casillita de aportación a la Iglesia de la declaración de la renta. Así que para mí, respetando mucho la confesión de cada cual, para mi en estas fiestas hay mucho de hipócrita, como en casi todo lo que se hace en este país. cuando van mal dadas son pocos los que recuerdan aquello del buen samaritano, pero a las vacaciones de semana santa se apunta todo el mundo, aunque estemos en un estado aconfesional.

Thursday, April 13, 2006

Te amo, no me llames

Es feo de decir, ¿no? Supongo que por eso es algo que nunca se dice, pero que todo el mundo piensa: ¿por qué cuando quieres a alguien no debes llamarle bajo ningún concepto? Desde luego puedes hacerlo, pero el consejo que te darán siempre será el contrario. Y esta peculiar conclusión se basa en un argumento no menos curioso: si prestas a atención a alguien, lo normal es que esta persona deje de interesarse por ti.

Siguiendo esta línea argumental, llegaríamos a plantearnos que la auténtica base de una relación estable es ni más ni menos que la indiferencia: "mira, me resbala tanto lo que le pase, que he decidido pedirle matrimonio". Si lo pensamos detenidamente, no resulta tan grotesco. ¿Qué mejor relación que aquella en la que no tienes que preocuparte por nada ni por nadie? Así pues, ignorémonos todos: !seguro que seremos más felices!

Por favor, seamos realistas: no negaré que, en general, a todos nos atrae lo difícil, lo aparentemente inaccesible, aquello que nos parece vedado o más allá de nuestras posibilidades (es algo que todos llevamos escrito en nuestro porcentaje estúpido de ADN). Sin embargo, si verdaderamente en una relacíon, incipiente o no, ambas partes comienzan una especie de guerra fría por ver quien es capaz de practicar mayor ignorancia, se entra irremediablemente en una espiral absurda en la que los sujetos se alejan progresivamente el uno de otro hasta decidir unilateralmente que lo más digno para cada uno de ellos es reafirmar su orgullo condenándose de nuevo a la soledad, porque yo lo valgo.

Yo conozco gente con pareja, incluso gente que lleva bastante tiempo. Huelga decir que no es mi caso, pero existen, yo los he visto y no creo que me estén engañando (almenos no todos ellos). Así pues, es de suponer que en algún momento esa teoría falla, esas reglas se rompen, y hay alguien que muestra sus sentimientos y, sorprendentemente, no es rechazado. Ahora bien, llegamos al quid de la cuestión: ¿quién se baja los pantalones? Estadísticamente, se supone que si una pareja la forman dos personas, hay un 50% de posibilidades de que para que la cosa salga bien, te los tengas que bajar tú. La estadística no es lo mío, porque la práctica me dice que debe haber alguien por ahí que no se los ha bajado nunca...

PD: Ante el interés que este tema parece despertar, aquí os dejo una reseña del libro titulado, al igual que este post, "Te amo, no me llames", de Joan Brady: una historia sobre como algunas veces podemos condenarnos a la dependencia ajena y atarnos a relaciones que en realidad no nos dan aquello que necesitamos, aunque creamos saber perfectamente qué es lo que nos conviene. En esa misma línea, y para poder evitar dependencias malsanas, os recomiendo "El camino de la autodependencia", de Jorge Bucay.


How To Save A Life
By The Fray
BestAudioCodes.com